sábado, 28 de marzo de 2015

Prohibido leer.

Tal vez nadie nunca lo llegó a entender, tal vez nadie quiso hacerlo.

Nunca vi la necesidad de contarlo de tal forma en la que quedase al descubierto total, me harta, me hastía, me mata. Me retuerzo, los recuerdos atroces de mi moral me asesinan, me llevan al borde del abismo, pero lo que más me asusta es que no quiero retroceder.

11 de noviembre del 2013

De repente desperté de aquel sueño de ojos abiertos, no sabía que pasaba, tenía las mejillas cubiertas de lágrimas, mi rostro estaba tenso, lleno de miedo, mis manos temblaban y mis muñecas sangraban, ardían, pero lo disfrutaba, me excitaba arder en dolor, era casi como un premio después de una buena acción, era gratificante.

Estoy convirtiéndome en alguien que no soy, o quizás hasta ahora descubro mi verdadero yo, el yo de los infiernos, el yo que disfruta con el dolor propio pero se exaspera con el ajeno, un yo que se da asco, un yo verdaderamente falso.

Ahí está él, míralo tan inhóspito, tan ajeno a sí, me da lástima. ¿Puedo acercarme a ti ésta noche?, nadie lo sabrá, lo prometo. El cuchillo está recién afilado, es tan atractivo a mi vista, finalmente llego donde está él, tomo el cuchillo y hago una pequeña incisión en su pecho, veo como sangra, ya no me puedo detener, hago la herida más grande, tanto que la sangre recubre todo su pecho, separo la piel y todo lo que me obstruye antes de encontrar su corazón, su frágil corazón, veo como aún palpita, hasta que con sutileza el magnífico instrumento se escabulle dentro de aquel bicho repugnante y termina con aquel zumbido; terminó, la bestia ha muerto.

Aquel episodio me ha dejado impresionado, hasta que finalmente me di cuenta, por fin lo entendí, esa bestia que tanto escalofrío me daba era yo. Yo había terminado conmigo mismo, con mi vida.

Un paso más para cruzar al infierno o quizás… ¿el infierno aún vive en mí?

“Después de un año en terapia, mi psiquiatra me dijo: tal vez la vida no es para todos.” Larry Brown.

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